lunes, 9 de enero de 2017

Lo mejor de San Miguel de Allende

                                                   Alberto Thirion en San Miguel de Allende

Lo mejor de San Miguel de Allende, no son sus pintores y sus artesanos, que por cierto hay algunos muy buenos.
Lo mejor de San Miguel de Allende, tampoco son sus calles tipicas de antiguo pueblo del centro de Mexico, ni sus cafés, ni sus cantinas, ni sus antros...bueno ! y aunque usted no lo crea,tampoco lo son  sus mujeres que las hay de todos sabores !, por cierto !
Lo mejor de San Miguel de Allende es su esencia.la cual se concentra y toma forma en su parroquia,la que es el símbolo de la ciudad; La parroquia de San Miguel Arcángel !,naturalmente !, esta atmosfera ! esta presente por todas sus calles aunque más diluida, a veces se reconcentra en algunos de sus lugareños,o de sus personajes más tipicos y sus antiguos callejones o añejos tipicos rincones.
 La magia y mística de su poesía, a veces rota por el turismo que ya empieza a saturar el pequeño pueblo, milagrosamente se recobra y permanece siempre presente.

                                                                      San Miguel de Allende,Gto.

En San Miguel huele a incienso,será por tanta iglesia? como decirlo? bueno, no lo sé a ciencia cierta, digamos que huele como los poemas de Lopez Velarde, para decirlo de algún modo.
Es como si el tiempo se hubiese detenido... a veces algún detalle nos hace volver a tomar conciencia del tiempo real pero es fácil volver a perderse en la antigüedad del pueblo.


El Cristo feliz, obra de Alberto Thirion
                                              

Es realmente un viaje al corazón, como reza la publicidad para el turismo, no sé si al corazón de Mexico
 o al propio corazón bueno,creo yo, es que en nosotros los mexicanos es un mismo corazón en realidad.
 San Miguel se presta para la meditación y la creación de arte, no es casual que aquí se den cita artistas, artesanos e intelectuales,aquí encuentran su inspiración y esto no es poca cosa.

Recuperación de Artículos perdidos de Alberto Thirion